lunes, 4 de julio de 2011

Belloto

Me bajo del tren con mi viejo y siento una esencia de campo, un ambiente rural, un caminito de tierra, casas como de asienda, al poco rato escucho gallos cantar, mas adentro se viene el estero, disfruto porque tendrè que pasar por ese puente que me permite ver ese riachuelo transparente.
llego a la casa de mis abuelos, llena de aparatos campestres, un gallinero por ejemplo, se respira la presencia de sus gallinitas y gallo, màs allà una carretillla, herramientas por todos lados, para trabajar la tierra, una gran camioneta antigua, setentera, con un parachoque de metal, despuès de almuerzo nos metimos todos los primos a jugar.... habemos cuatro?, cinco? no recuerdo, si recuerdo que jugamos a la escondida que nos deslizàbamos de guata por el techo de la cabina, y entre el techo y el cielo del garage de madera habìa poca distancia y colgaba una gran polea metàlica, como para colgar cosas, y me cautivaba la situaciòn de poder estar cerca y tocar algo que parado en suelo tendrìa que mirar desde muy abajo y no podrìa tocar... vuelvo a la cabina habìan primas sentadas ordenaditas conversando, ellas lo pasaban bien estando mas quietas, nosotros enredàndonos por todas partes. Cuando nos ìvamos a casa, ya oscuro, se sentìa grillitos en todas partes y al pasar de nuevo por el puente encontràbamos el nùcleo de esos grillos y entremedio un zapo que resaltaba con su sonido màs potente pero lento. en el camino de vuelta. estaban los gitanos, en un espacio entre muros, rompiendo la continuidad de casas, al pasar frente a ellos, un golpe de olor extraño nos golpeaba, no era tan desagradable, pero me axtrañaba el porquè estaba siempre sòlo allì, y al ver a los gitanos en las carpas,, sentados en el suelo, me parecìa muy entretenido dormir en el suelo, me llamaba la atenciòn el que fuera diferente al como lo hacemos nosotros, ya avanzando las cinco cuadras tenìamos que tomar el tren camino a casa.


Continuarà...